"Para mí, Eva ha sido mi salvación en uno de los momentos más caóticos de mi vida. Gracias a ella aprendí lo que es la calma, a quererme de verdad y a distinguir lo que realmente importa. Sus técnicas, sus palabras y la dulzura con la que transmite cada mensaje convierten sus terapias en experiencias profundas y reveladoras.
Tras muchos años probando distintas terapias y buscando ayuda, puedo decir con total certeza que Eva ha sido quien verdaderamente me ha acompañado y ayudado en mi proceso. Le estaré eternamente agradecida.".

"Tuve la suerte de conocer a Eva en uno de los momentos más complejos de mi vida, como último recurso antes de caer en picado.

Eva fue medicina para mi alma.

La única vez que yo llamé por mi cuenta a una terapeuta lo hice, ya cuando todo se sentía perdido.

¡Y que suerte!…llamé a Eva.

Una mujer con una sonrisa que a kilómetros de distancia se sentía honesta, una dulzura que quiebra piedras hechas corazón. Era la primera vez que

me sentía a gusto compartiendo “mi drama” con una persona extraña. Aún recuerdo el alivio, fueron muchos meses de cargar cosas y quizás años de mencionar cosas que aunque yo sentía innecesarias; se sintió un alivio inmenso compartirlo con ella. Lo mejor, no sólo me sentía escuchada, me sentía vista, por fin una profesional en esta área, era delicada y trataba todo con dulzura, respeto, y lo mejor, no tenía que esperar sesiones y sesiones sin que me diera ejercicios que me ayudarían a desenredar los nudos que se hacen a veces con el tiempo en el corazón.

Siempre he creído que si las cicatrices nos enseñan, las caricias también.

Y metafóricamente hablando, eso fue lo que sentí, un trato donde mis cicatrices fueron tratadas tan gentilmente que se volvió fácil para mi observarlas y querer cuidarlas.
Así vino otra cita con Eva, y otra…para mi el tiempo con Eva es sagrado.

Aprendí que son citas tan importantes que las hago con conciencia, y presencia. Porque me emociona hablar con ella. Aprendí a buscarla cuando el mundo no siempre se cae en pedazos, porque con su dulzura en la terapia y la escucha con tanta presencia, me enseñó a mirar mis heridas y mis momentos de confusión o emoción descontrolada con calma. 

Sigo siendo tan humana como antes de conocerla, pero he aprendido que tener una Eva en tu vida es necesario, porque la cabeza y el alma también necesitan mantenimiento. 

Creo que hay profesionales buenos, y creo que en el pico de la montaña están profesionales como Eva, que aman tanto lo que hacen, y respetan tanto a las personas desde su humanidad, que aunque les abras la puerta de par en par o solo una rendija, entran con el mismo cuidado y gentileza con un respeto tan genuino, y una dulzura que te recuerda que si hay problemas, también hay soluciones. Y que te ayudan a verte con amor".

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